Hijo de una tierra prolífica en materia tenística e integrante de una familia históricamente vinculada con la crianza de excelentes jugadores, el Club Campestre de Pereira, Felipe Escobar, de 19 años, transita uno de los mejores momentos de su carrera deportiva que comenzó en el alto rendimiento en abril de 2009 en la qualy del Challenger Seguros Bolívar Open realizado en su ciudad natal.
Aunque sus padres no fueron deportistas, junto a su hermano además de construir una amistad desde niños, vivían jugando, sobre todo fútbol y tenis. Y en una historia de película se decidió por el de la pelota más chiquita y amarilla.
Siempre con una sonrisa en la cara, y en la cancha presto para combatir, Escobar, apasionado por vivir el día a día nos cuenta sobre sus inicios, sobre el presente del tenis colombiano y nos revela el secreto de su excelente actualidad.
En un mes logró dos semifinales en Futuros, el F12 México y el F4 Colombia y un buen nivel. Acaba de lograr su mejor ranking ATP (728). ¿Cómo analiza su presente?
Estoy pasando por un momento donde están empezando a aparecer buenos partidos, estoy con confianza. Pienso que cuando uno trabaja duro, da lo mejor de sí, practica a conciencia y compite con todas sus fuerzas, en algún momento las cosas van llegando.
¿Qué significan los torneos Futuros para ustedes los jugadores que aspiran a escalar?
Oportunidades para demostrar que aquí en Colombia hay muy buenos jugadores. Muchos, jugadores juveniles que tienen mucho de qué hablar como Juan Manuel Benítez, Felipe Mantilla, Daniel Galán, Barlaham Zuluaga. Para aquellos que no tiene la oportunidad de viajar por el mundo y de mostrarse para lo vean y lo apoyen, es muy bueno. Yo afortunadamente he sido un privilegiado en ese sentido.
En los últimos años, ¿en qué ha sido en lo que más ha progresado en su tenis?
La cabeza. Los psicólogos ayudan, pero todo viene de uno, de las ganas de mejorar; de buscar si las cosas no están bien la manera de revertirlas. Antes y después de cada partido tengo mis momentos de reflexión para planear el partido, y después, para analizar en qué cosas estuve bien y en qué otras debo mejorar. Y así sacar lo positivo de todo.
Mirando el espejo retrovisor, ¿a qué edad cogió su primera raqueta y qué lo atrapó del tenis?
A los cinco años con mi familia íbamos al Club Campestre de Pereira y hacíamos todos los deportes. Desde chiquito con mi hermano hice natación, tenis, fútbol. Mis papás, que no son tenistas, nunca me obligaron a hacer ninguno en especial. Y poquito a poquito me fui enviciado con la pelota y la raqueta. Desde ese momento cada vez fue más importante en mi vida, me empezó a ir bien y me dediqué.
¿En qué momento se dio cuenta que tenía madera para rendir a nivel competitivo?
Cuando gané por primera vez el Ordenamiento en 2010, en segundo año de 14. Aunque no terminé entre los mejores de la temporada, me acuerdo que clasificaban los cinco primeros, gané y ahí me di cuenta que era de los mejores. Por algo se empezaba. Al ganar el Ordenamiento me dieron la chance de ir a la Gira Cosat. Y ahí también hice un buen papel. Jugué cinco paradas, hice semifinal, y me empecé a motivar más hasta que tomé la decisión de que quería jugar.
Usted es un tipo muy futbolero, y se inclinó de una forma especial por el tenis. ¿Cómo fue esa historia?
A mí me gustaba muchísimo el fútbol, jugaba de delantero. Pero a mis papás no les gustaba que jugara, que combinara los deportes, las lesiones. Hubo un momento en el colegio que me empezaron a poner en la banca, siempre de suplente. Resulta que mis papás le habían dicho al técnico que no me pusieran a jugar más. Y yo me fui aburriendo. Un día dije no más. Y me fui por el tenis.
¿Qué valores inculcados por sus padres rescata de su casa?
Nunca me obligaron a nada, pero siempre estuvieron ahí diciéndome qué está bien y qué no. Creo que fui obediente en escucharlos, claro que uno a veces es rebelde y cree que no funciona, pero todo lo hacen por el bien de uno así hayan cosas que a uno no le gusten.
¿Por qué es tan importante la contención emocional de un tenista y un equipo de trabajo especializado y sano alrededor?
Es clave porque todas las buenas energías, todo lo positivo se carga para el jugador. Cuando hay problemas, esas cosas las absorbe el jugador y lo que se intenta es que todo esté bien a la hora de competir, de entrenar.
¿Quiénes son sus forjadores?
Jhonny Pérez.
¿Y actualmente quién es su entrenador?
Desde octubre de 2012 estoy con Michael Quintero, estamos entrenando en Medellín. Intento estar la mayoría del tiempo con él para aprenderle cosas, aunque él sigue siendo jugador.
¿Qué es lo más difícil de este camino que ha decidido emprender como profesional?
Aguantar tantas pérdidas. Hay que ser fuerte de la cabeza, tener berraquera, y alimentarse de todos los golpes que recibes a diario. Al fin y al cabo si uno trabaja, algo bueno tiene que pasar. Nadie le asegura a uno que va a llegar, pero por lo menos dejar todo para intentarlo.
¿Cómo es un día de entrenamiento suyo?
Un día normal mío está repartido en dos bloques. Empiezo a las 8.30 de la mañana con trabajos físicos, con una hora en el gimnasio, hasta las 10. Luego me alimento y de 10.30 a 12 del día practico tenis. Luego almuerzo, a las 3 de la tarde nuevamente físico y de 4.30 a 6 de la tarde tenis.
¿Cuán importante es para usted la preparación física?
En la parte física también he evolucionado mucho. Cuando tienes físico te das cuenta que es el otro jugador el que tiene que ganarte. Cuando uno está vivo físicamente se le hace más complicado al rival vencerte, pues él sabe que estás ahí prendido siempre. El físico es clave.
¿Qué cosas buenas y rescatables advierte hoy del tenis colombiano?
Pienso que la cultura de tenis aquí en Colombia no es la mejor, tampoco hay mucho apoyo, sin embargo creo que vamos mejorando. Rescato que hay bastantes jugadores intentando salir adelante, mayor cantidad de torneos, y eso es positivo.
Usted es uno de los tantos tenistas colombianos del departamento de Risaralda. ¿A qué se debe que esa zona sea tierra fértil de jugadores?
En parte es Risaralda, en parte el Club Campestre de Pereira. Es una familia, se vive un ambiente de tenis especial y hay muy buenos entrenadores formadores, Jonny Pérez, Freddy Ramírez, José Hernán Arce Valencia, Pedro Luis Arroyabe “Pembo”, Albeiro Durán con las mujeres. Hay mucha gente que vive y se alimenta del tenis día a día. Y los peladitos entrenan y les dan ganas de jugar, y compiten. Y los niños se entusiasman, unos se halan con otros, y así. Y ahora está Pablo González que jugó profesional aportando lo suyo, una ayuda más grande.
¿Cuál es su objetivo inmediato?
Quisiera ganar mi primer Futuro. He jugado cerca de 20. Siento que puedo hacerlo, no digo que es fácil ni que me lo voy a ganar, pero siento esa convicción de saber que puedo.
Cuando recuesta la cabeza sobre la almohada, ¿con qué sueña Felipe Escobar?
Mi sueño es estar jugando en el US Open, en Roland Garros, y estar entre los 10 del mundo.
En el ITF Futuro F2 Colombia realizado en el Centro de Alto Rendimiento, de Coldeportes, en Bogotá. Hoy, Escobar está trabajando para mejorar el revés, el slice, la volea y su derecha, el mejor golpe. “Tengo que seguir sumándole punticos a cada golpe. Siempre hay que corregir”, cuenta. (Foto: IMLA de Colombia)
Ping Pong
¿A qué se aferra cuando compite?
A mí mismo.
¿Una ciudad?
Pereira.
¿Un rasgo de su carácter?
La alegría.
¿Mar o montaña?
Ambas me gustan mucho.
¿Un lema de vida?
Vivir el presente.
¿El valor que más rescata inculcado en su hogar?
El respeto.
¿Un deporte que no sea tenis?
Fútbol y motocross.
¿Cuál es su comida favorita?
Carne y el risotto.
¿Qué le genera adrenalina?
Los deportes extremos.
Por Pablo de Narváez
Periodista
Federación Colombiana de Tenis
{{comentario.comentario}}
Para poder dejar comentarios en este sitio, es necesario que usted sea un usuario registrado.
Si usted es un usuario registrado ingrese con su email y clave en este enlace.
Si usted es un usuario nuevo puede registrarse en este enlace.