Nicolás Mejía. Foto: ITF.

En el universo de un deporte tan exigente como el tenis, siempre se ha reflexionado sobre la camada de juveniles que se apuntan y se perfilan para reemplazar a los jugadores que hacen parte de la élite que compite alrededor del mundo y el tenis colombiano no es la excepción. En la actualidad se busca, insaciablemente, establecer los nombres de aquellos que están listos para relevar a Santiago Giraldo, Alejandro Falla, Alejandro González, Juan Sebastián Cabal, Robert Farah y Mariana Duque… Determinar quiénes serán los tenistas que, a mediano plazo, serán los encargados de mantener viva la bandera del país en el circuito mundial profesional.

Bien podría decirse que el tenis nacional se constituye en una pirámide con cuatro secciones: en la parte más alta se sitúan los tenistas profesionales; quienes recorren el mundo participando de lleno en los circuitos ATP y WTA. En la segunda línea se encuentran los que están en la viva lucha de irrumpir en la parte más alta como Eduardo Struvay, Nicolás Barrientos, Juan Sebastián Gómez, Juan Manuel Benítez, Daniel Galán, Felipe Escobar, Felipe Mantilla o Alejandro Gómez, considerados el relevo más inmediato existente.

Todos ellos tienen una característica en común: cuentan con una importante experiencia en torneos Futuros y Challenger, categorías por las que hay que atravesar antes de estar en el panel más alto. Struvay, de la Liga de Tenis de Risaralda, ha logrado afianzarse en los últimos meses, obtuvo su primer título Challenger en el MILO® Open de Bogotá, alcanzó su ranking más alto (185º) y estuvo en la previa del Abierto de Australia, la que fue su primera participación en un torneo de Grand Slam. Y no se ha quedado allí, ha consolidado su buen andar ubicándose en los cuartos de final en el Challenger de Bucaramanga y jugando la clasificación del ATP de Quito. El tenis es de procesos y el risaraldense va por el norte de la línea trazada.

Daniel Galán, de la Liga de Tenis de Bogotá, apunta a ser uno de las proyecciones reales que posee el tenis colombiano: cerca del top 400 y con ganas de seguir en franco ascenso a sus 19 años. En lo corrido de 2016 ha competido solamente en torneos Challenger, y en Bucaramanga se hizo con tres interesantes victorias que le entregaron un cupo en el cuadro principal. Meses atrás, en el ATP de Bogotá 2015, Galán demostró de lo que está hecho: derrotó al español Pere Riba y jugó de tú a tú ante el croata Ivo Karlovic.

En la mencionada pirámide continúan los juveniles que ya sienten el roce a nivel internacional y, por último, se encuentra la base, conformada por los jugadores que están en plena etapa formativa y que inician su camino compitiendo en el Circuito Nacional de la Federación Colombiana de Tenis.

En los juveniles es donde se centra la esperanza del recambio generacional del deporte blanco nacional y en ellos se emplean todos los esfuerzos necesarios en busca de potencializar sus procesos de transición al profesionalismo, a través del desarrollo ordenado y eficaz de programas y proyectos basados en el fortalecimiento y que apunten a su crecimiento y al cumplimiento de metas.

Los resultados que han entregado muchos de ellos son notorios. Por ejemplo, el 2015 fue una temporada de excelentes satisfacciones que se tradujeron en clasificaciones al Mundial Juvenil de 14 años en Prostejov (República Checa) –en la rama femenina- y a la Copa Davis y Fed Cup Junior, algo que no sucedía desde hace 11 años.

Del lado masculino, se pueden resaltar nombres como los de Nicolás Mejía y Alejandro Hoyos, de la Liga Vallecaucana de Tenis, y Sergio Hernández, de la Liga Antioqueña de Tenis, tres tenistas que con sus actuaciones en el circuito mundial juvenil han dado señales de sus capacidades. Mejía, en diciembre del pasado año, alcanzó las semifinales del Orange Bowl, uno de los torneos más prestigiosos del planeta en la categoría y vitrina para demostrar quiénes se destacan entre los menores de 18 años. De hecho, dos años atrás Nicolás se alzó con el título del Eddie Herr, otro de los eventos juveniles más importantes del mundo. Y ya tiene este historial con 16 años.

Hernández, por su parte, ha logrado confeccionar un proceso que lo tiene en constante actividad por el circuito junior y que en 2015 lo dejó como campeón de cuatro torneos. El antioqueño, en aras de mejorar su rendimiento, ahora se radicará en Estados Unidos para internarse en la Evert Tennis Academy, una de las más reconocidas del país norteamericano, fundada por Chris Evert, considerada como una de las leyendas del tenis femenino.

En el costado femenino el recambio también toma fuerza. María Camila Osorio, de la Liga Nortesantanderana de Tenis; Emiliana Arango y Yuliana Monroy, de la Liga Antioqueña de Tenis; Laura Rico y Juliana Valero, de la Liga Vallecaucana de Tenis, y Sofía Múnera, de la Liga de Tenis de Risaralda, se proyectan desde ya como las principales figuras, acompañadas por jugadoras como María Paulina y Paula Andrea Pérez García, María Fernanda Herazo y Yuliana Lizarazo, quienes a pesar de su juventud ya cuenta con mayor experiencia.

La pasada serie del Grupo I de la Zona Americana de Fed Cup que se disputó en Bolivia a inicios de febrero fue la confirmación de que el futuro del tenis colombiano va por buen camino. Allí quedó demostrado el porvenir prometedor que se asoma con Osorio y Arango, quienes con solo 14 y 15 años de edad, respectivamente, fueron capaces de tomar la batuta para dejar a Colombia en el Grupo I Américas.

Por su parte, Múnera, de 16 años, inició la gira europea en búsqueda de adquirir un mayor bagaje disputando torneos de categoría ITF. Su entrada al ranking femenino, que la dejó como la segunda mejor raqueta nacional, fue el impulso que la risaraldense obtuvo para fortalecer su proyección en el circuito de la WTA.

Con el objetivo de que los nuevos talentos sigan saliendo a la luz, la Federación agota esfuerzos con sus programas de formación. Las escuelas de semilleros, Futuras Promesas, el Equipo Compensar-Federación, el Equipo MILO®-Federación, el Equipo de Rendimiento de Fedecoltenis, la organización del Circuito Juvenil con cerca de 200 torneos anuales y, finalmente, el apoyo por parte de la empresa privada que le apuesta al deporte, son una muestra clara de que descubrir, formar y moldear promesas que sean conscientes de la importancia de trabajar con disciplina para llegar al profesionalismo es un compromiso real y concreto.

En Colombia el futuro del tenis colombiano tiene nombres claros. La Federación cumple con el acompañamiento y el seguimiento de sus procesos, buscando que sean los tenistas que el día de mañana continúen consolidando al país como uno de los mejores de la región y, por qué no, del mundo.

Fabián Valeth Orozco
Periodista
Federación Colombiana de Tenis
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